Llegó a cada uno de los seis países en los que hizo presencia en un lapso de cinco meses cargando de vivencias, de gente, de costumbres, de ideas; impulsada por el deseo de traspasar las fronteras Latinoamericanas y con el ánimo de poder compartir las experiencias de otros pueblos, a través de la música, transformados en guitarra, en hombre, en ritmos, en poesía y en voz.
El contenido de sus canciones logra transportar a quien lo escucha hacia horizontes
más allá de los límites; son un viaje a través del mundo de lo sensible, de lo humano y de nuestras raíces culturales. Permeadas por un claro compromiso social y un llamado a la hermandad de la Patria Grande. Llamado que expone con determinación porque como
dice el mismo Pablo “las divisiones entre culturas no son más que esos puntitos pintados
en el mapa”, y lo que no une es mucho más que lo que nos separa.
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